Mediato
Mediato se despertó temprano y húmedo: una de esas noches líquidas de las que no se acordaba. Puso una lavadora, tomó una ducha, se peparó para el trabajo: camisa, corbata azul a rayas, tostada y zumo. Al salir a la calle el día era blanco y negro y los sonidos del mundo eran ruido ahogado bajo el agua. Mediato corrió de vuelta a su piso. No sabía si seguía soñando o si su alma se estaba limpiando con las sábanas.
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